Resumen:
Aproximadamente 540 años después de celebrado el primer encuentro cercano entre deidades y mortales (según el testimonio escrito aportado en su Código, el emperador Hammurabi recibió del dios Shamash las leyes para regir los destinos de su pueblo), se produce un segundo encuentro, esta vez entre Jehová (Yahvé) y el pastor de ovejas Moisés (entonces, las técnicas de clonación no existían y en el rebaño no se encontraba Dolly), en el monte Sinaí, enclavado en la península de igual nombre donde, muchos siglos después, en 1967 los descendientes de Moisés y de Mahoma sostendrían la batalla de tanques más grande que recuerde la historia desde la ocurrida durante la Segunda Guerra Mundial en el llamado “Arco de Kursk”; faltaría un tercer encuentro, el llevado a cabo en los desiertos arábigos casi mil novecientos años después, entre Alá y Mahoma.
Apréciese que las regiones desérticas y calurosas han resultado apropiadas para tales encuentros cercanos, que facilitaron a los hombres elegidos (siempre han sido hombres, nunca mujeres) la recepción de normas divinas, insufladas por inmortales, encaminadas al gobierno de sus naciones.
En todos los casos conocidos, los legados normativos contenían una fuerte mixtura jurídica y religiosa.