Resumen:
Se vive en un mundo cada vez más tecnificado y consumista, en el que poco espacio hay para la lectura compartida. La televisión, la computadora, el video, los juegos electrónicos… ocupan la mayor parte del tiempo libre de muchos de los niños, adolescentes y jóvenes. En numerosos hogares, los padres carecen del tiempo para leer. Las madres, cada vez más jóvenes, han perdido el hábito de leerles a sus hijos antes de dormir. La pasión por los libros se encoge y se extingue como la “piel de Zapa”.
A este panorama se debe añadir que la globalización económica neoliberal y la llamada “mundialización de la cultura”, son signos inequívocos que caracterizan al mundo en el siglo XXI. Se ha globalizado la economía, el mercado, la tecnología y se intenta mundializar la cultura.
El afán de crear “una memoria internacional masiva” es harto evidente. Así, la niñez, la adolescencia y la juventud están marcadas por la prevalencia de un léxico común, por la adicción a unos programas televisivos comunes que ejercen una fuerte influencia en los hábitos y prácticas socioculturales; unas marcas de modas universalizadas por la publicidad van imponiendo gustos homogéneos en la población infanto juvenil de la mayoría de nuestros países; revistas y productos culturales similares, edificados sobre estereotipos y de muy dudosa calidad estética, se van imponiendo, se van abriendo paso en las márgenes de la cultura hasta ocupar el centro.
Se suma, además, a este panorama, los altos índices de fracaso escolar que arrastran muchos de los sistemas educativos en la región.
El panorama no es algo halagüeño…
De ahí la necesidad de enseñar y contagiar a los alumnos, desde las primeras edades, a saborear y enriquecer las raíces, costumbres, tradiciones, idiosincrasia, es decir; a la cultura.
Por lo anteriormente expuesto, la presente investigación tiene como objetivo: proponer actividades docentes que contribuyan a la formación de una cultura artístico-literaria, desde las clases de Español Literatura